Felicies intercambiantes

domingo, 19 de agosto de 2012

Barrio feliz


     Hola, soy Francisco. Este relato es en realidad continuación del que hiciera mi amiga Rita, en “Barrio privado”, y fue ella la que me pidió contarlo todo.  

 El día que regreso mi esposa Paula, después de unos largos meses de ausencia, sentí una alegría enorme pero cierta amargura por lo que debía dejar de hacer.


    Ella se había ido en busca de un contrato para una película de cuarta, embaucada por sus amigos actores, que como finalmente la película no se hizo, ella regreso a su hogar, mi hogar o sea nuestro hogar. Lloro y me prometió que jamás me abandonaría, que seria una mujer dedicada a mi.

  Yo hasta llegue a sentir un amargo sentimiento de culpa por lo que había hecho con mis vecinos  Rita y Sergio. En otro momento se lo tendría que contar. Pero esa noche luego de hacer un largo rato el amor, ella volvió a llorar y allí comprendí que algo mas le había pasado. Se lo pregunte, ella dudo, tuvo dudas de decímelo pero finalmente me confeso que me había sido infiel en dos oportunidades. Y me relato como se entrego primero a un promotor y luego a un director que le tomo casting desnuda y después se la follo, bien cogidita.

    Me puse tieso, pero como no tenía yo toda la “ropa limpia”, decidí blanquear también mi situación y contarle lo que había pasado con nuestros vecinos.

    Me pregunto que desde cuando fallábamos los tres. Intrigada y preocupada por lo que pudiera suceder de allí en mas. Porque según ella lo que le sucedió a ella  lo había dejado atrás, pero que a nuestros vecinos los veíamos todos los días.

   A los pocos días, habíamos hecho una reunión con nuestros vecinos, y todo quedo firmemente aclarado. Que ellos y yo estábamos gustosos de poder seguir con la relación que habíamos tenido,  pero que era mi esposa la que en definitiva definiría como continuarían las cosas.

   Seguimos nuestra amistad, pero yo notaba que mi mujer se excitaba cada vez que ellos venían o nosotros íbamos a casa de ellos. Por eso una noche después de cenar en nuestra casa, bailábamos las dos parejas cuando deslice mis manos debajo de la ropa de mi Paula, acariciando su cintura, su espalda, desabrochando su blusa hasta dejar sus pechos al descubierto, mostrando sus tetas duras donde los pezones firmes ya se le notaban duros y firmes.

   Mire a nuestros vecinos y el hacia lo mismo, pero también note que había vendado a su mujer, con sus propias prendas, cosa que imite, ya que el así parecía sugerírmelo.

  Mi mujer miro a nuestros vecinos, viendo perfectamente que Rita era vendada y desnudada por Sergio, mientas la acariciaba y bailaban tiernamente.

   Paula se dejo hacer, por lo que la fui desnudando  completamente, dejándola frente a nosotros desnuda, moviéndose al compas de la rítmica y suave música. Ella parecía conocer un libreto que ninguno había siquiera pensado, pero evidentemente si imaginado.

  Pronto ellos estuvieron a nuestro lado, mientras yo besaba a mi mujer ellos acariciaron sus manos, sus brazos con una ternura convincente. Ella no veía nada, pero se dejaba llevar, cuando Rita comenzó a besarle los pechos, lamiendo sus pezones, suavemente, mientras Sergio tomo mi lugar besando sus labios, donde pronto las lenguas se encontraron. Mi Paula, fue la que dio la señal para más al decir:

  - Ohh, estaba esperando esto, si que lo esperaba, lo deseaba.-

 - Nosotros también Pilar, queremos homenajearte.

  Ella no sabia muy bien que la besaba, tocaba, acariciaba, pero se estaba poniendo excitadísima. Entre los tres la tocábamos toda, siempre tenia una mano sobre sus pechos, un dedo siempre le masajeaba el clítoris, alguna boca la besaba, nada dejábamos de masajearle.-

   Pilar, estaba ardiendo de deseos, se quito el sostén que le hacia de venda, comenzando a devolver besos y caricias. Sin que ninguno se lo insinuara ella se fue recostando al gran sillón, abriendo instintivamente sus piernas. Mi mujer estaba entregada al deseo y no tenía ni la más mínima intención de retroceder. Pensé que eso estaba bien, que me gustaba así, que fuera así de zorra, bien putita para poder disfrutar los cuatro.

   Fue Rita la primera en comerle la almeja, lo que hizo que mi mujer abriera de par en par sus piernas. Acercamos nuestros penes a su cara, pero tomo el mío para chuparlo y lamerlo mientras masturbaba con la otra mano el pene de Sergio, que se inclinaba refregando su pedazo sobre las tetas de mi mujer. Rita hizo lo suyo, y Pilar comenzó a moverse gimiendo muy caliente.

   Sergio tomo el lugar de Rita, por unos breves momentos, porque así como ella sintió el cambio gimiendo con mas fuerza, el se levando y sin preámbulos le metió su polla dura, causando que Pilar asistiera con un sonoro gemido de aprobación que nos puso a todos muy cachondos.

   Sergio comenzó a embestirla cadenciosamente, ella respondía con movimientos contorneantes, demostrando cuanto le gusta la follada que le hacían….y entre suspiritos dijo:

-          Cógela Francisco, que ella quiere sentirte y yo quiero verlos, mientras gozo.

 Cuando bese a Rita tenia el sabor a la conchita de mi Pilar,  eso era sabroso, riquísimo, delirantemente placentero. Rita se acomodo para que yo se la metiera desde atrás pero dejando una visión perfecta para que Pilar observara como mi pija iba entrando en la cuca de nuestra vecina. Sentí un placer renovado, como si volviera a comerme un chupetín que extrañaba.

-Que rico te la estas folllando, cabron!  Hacela sentir como me esta haciendo sentir su marido…. Bien puta!  Oh….. si….. bien puta….. bien clavada. Rita estaba estallando en orgasmos continuados, y no paraba de relamerse, gemir y decir como le gustaba.

   Estalle en una acabada brutal, notando que a Sergio también aquello lo había hecho llegar.

  Nos paramos casi al mismo instante. Paula se tiro al piso, abriendo las piernas dijo:

-          Vamos Rita, ven a lamer los jugos de tu marido en mi cuevita y dame los del mío.

Yo no lo podía creer. Era mucho más de lo que hubiera podido imaginar. Que mi mujer le pidiera  a otra que la comiera y quisiera beberse mi esperma dentro de la concha de nuestra vecina.

   Mientras ambas se devoraban, en un sesenta y nueve lésbico, nosotros nos repusimos mirándolas jugar.

  Pronto  sin que ellas se separaran y dejaran de lamerse las conchitas, metiéndose unos deditos en el hoyito trasero el se la metió a su mujer y yo a la mía. Cuando de pronto Sergio pregunto si Paula  quería sexo anal…. Y ella sin dejar de chupar susurro….. Un- Si quiero…. A tiempo que levantaba la colita.

   Sergio le lamio la colita provocando un ronroneo de epítetos soeces de la boca de mi Paula…. Porque de degenerados, putos, cabrones, hasta pedir que la hicieran puré sin demoras.  Mi vecino intento ponérsela y ella se puso bien en cuatro patas, para comenzar a recibir la polla de Sergio, que fue lentamente, entrándole ante la mirada atenta de Rita y mía, que nos sentamos a disfrutar de aquella penetración.

-          Se me dilata, papi, se me dilata….. decile que me la meta mas…. Manassas.

Rita la abrazo por la cintura, inclinándose para chuparle las tetas, yo me puse de rodillas para que ella me chupara el nabo. Así se me puso otra vez bien dura. Me escurrí entre sus brazos para ponerme en posición ofreciéndole mi polla parada justo frente a su raja bien mojada.

   Paula me demostró lo increíble que era, dejándose caer suavemente sobre mi pija, sin que Sergio se la sacar de su trasero. Cuando tuvo ambas hasta los huevos, dio un grito de placer descomunal.

-          No me las saquen…. Hijos de puta…..quiero morirme así…. Mátenme de gozo… hijos de puta, háganme morir de felicidad.

Yo intentaba quedarme quieto, porque no podía mas resistir sin acabarme, pero esa primera vez fui vencido por la excitación y el placer, llenando de leche la conchita de mi mujer mientras Sergio se le llenaba el culito.

   Así quede tendido boca arriba, teniendo a mi mujer ensartada, removiéndose de placer, aun cuando Sergio se la saco y Rita fue por algo para tomar.  Así ambos abrazados, reíamos y llorábamos al mismo tiempo.  Temblábamos los dos, ella por momentos tenia unos espasmos pos orgasmos que nos sacudían a ambos. Habíamos encontrado una felicidad sexual en nuestro matrimonio que a partir de ese día, no dejo de manifestarse nunca.-  A partir de allí, fuimos dos parejas que supimos compartir lo mejor. El buen placer. El barrio era feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario