Felicies intercambiantes

lunes, 11 de febrero de 2013

Ella queria algo asi.

Un matrimonio de los que suelen contactarse conmigo, resolvió finalmente tener un acercamiento real. Así que como real es el pedazo que muestro y ofrezco, cuando logro que crean en mi, se que ellas comienzan a desear tener lo mío, y ellos que yo haga felices a sus mujeres. Concurrí a la cita, con lógica expectativa, no mas allá de que muchas veces no se concretan las cosas y en otras peor, ni siquiera aparecen donde me citaron. Pero esto es así, y esa vez fue real. Si bien yo fui exacto, preciso y verdadero en mi presentación previa por internet, ellos me superaron, porque ella era realmente una mujer excepcional. El me había contado que hacia algún tiempo venían planeando conocer alguien con una buena maquina, ya que después de un encuentro swinger ella quería probar algo, y respondiendo a la pregunta de su esposo, le solicito una verga de buen tamaño para darse un gustazo y llenar una fantasía que tenia desde que miraban películas porno. La primera cita era solo para conocernos, pero la conversación fue cada vez mas explicita, lo que sumándole lo agradable y hermosa que era ella, comencé a sentir deseos. Así lo dije directamente, cuestión que ella aprovecho para pedir permiso a su esposo y a mi de tantear mis atributos. Por debajo de la mesa, su mano busco mi bragueta, la que abrí para sacar a mi compañero afuera. Fue tal la impresión que le dio. Que se puso nerviosa, tensa y sin soltármela, expreso que no sabía si se animaría a probar mi artefacto. Fue como un balde de agua fría, pues luego ella solo atino a decir que si se decidían me llamarían. Quede solo y al despedirme les dije que yo estaba deseoso de probar, pero que aceptaría lo que ella resolviera. Pasaron los días, y nada. Pero por supuesto que si sigo el relato es que algo sucedió, es obvio, Pablo me llamo y me invito a tomar unos tragos a su casa y ver que sucedía con su mujer María Luz. Fui con el convencimiento de que ella solo pretendía jugar un poco y que no llegaríamos a otra cosa que saciar su curiosidad. Al verla vestidita con ropa bastante sexi, dude de mis propias predicciones. Tomamos unos ricos tragos con una picadita de quesos y fiambre, con música de fondo. Note que ella me miraba y sonreía con afecto lo que quizás con la bebida me fui predisponiendo a que quizás ella estaba bien convencida. Bailamos acercándonos, notando yo que la fina seda de su vestido dejaba bien en claro que no llevaba mas ropa interior que una diminuta tanguita. Eso me puso al palo. Ella al notarlo se refregó un poco, yo me entusiasme y la apreté contra mi verga, pero ella sintió vergüenza y le pidió a su marido bailar con el. Me senté para no dejar mi situación expuesta, pero note que ella le susurraba al oído lo que había pasado, y el me guiño un ojo como aprobación de lo que había pasado. Ella se movía cadenciosa al ritmo de la cumbia, y vi su espalda desnuda cuando su marido comenzó a bajarle el fino vestidito. Ella se puso roja y otra ve tiesa al verse expuesta y bien mirada por mi. Sus senos eran maravillosos cayendo levemente a los costados de su pecho, su cintura fina, su piel aterciopelada……. Mas cuando pude ver su culo al aire, quede hecho una piltrafa…. Era de esos culos que uno se babea con solo mirarlos. De pronto el llevo toda su vestimenta hacia arriba y le saco el vestidito dejándola tan solo con los zapatos y el aplique que llevaba al cuello. María Luz escondía su rostro en el pecho de su esposo, sabiendo que algo pronto sucedería, y eso fue cuando el me señalo que la abrazara desde atrás, haciendo señas con sus dedos que me desprendiera la camisa. Fui lento al contacto de aquel cuerpo hermoso, al que toque suavemente sintiendo el estremecimiento que mis manos producían en su ser. Lleve mis manos por su cuello, por sus tetas, por su cintura, acaricie sus nalgas para tironear levemente hacia abajo su tanguita. Pablo me pidió que se la sacara, haciendo yo para eso un movimiento arrodillándome con su trasero en mi cara y lamiendo lentamente fui llevando la prenda hacia abajo y ella colaborando con movimientos lentos para hacer la tarea más fácil. Así desnuda, pase mi lengua por toda la comisura de su culito y busque su raja, la que ofrecida en un movimiento hacia atrás ella dejo expuesta. Le di una primera chupadita. La note sabrosa, caliente y querendona. Me pare dejando caer mis pantalones y todo, para que mi pija recorriera sus piernas y su raja. Ella giro rápidamente empujándome sobre el sillón en el que me recosté para que ella tuviera a su antojo toda la cuestión que hasta allí nos había llevado. Me puse nervioso porque sus primeros besos fueron mamadas que me hicieron poner en situación de explosión, solo controlable con un desvió de pensamiento y mirando a Pablo quitándose la ropa. Hecho esto se acerco a ella desde atrás tomándola de ambas piernas y subiéndola hacia mí la hizo apoyar su pecho contra el mío. Ella me abrazo, abrió la boca suspirando en mi rostro cuando el abrió de tal forma su entrepierna que mi polla quedo casi en el centro de la cueva de su mujer. Fue ella que se la acomodo en un movimiento repentino, y antes de que ella se dejara caer yo con un movimiento ascendente comencé a penetrarla sin poder clavársela hasta el tronco. En cuanto yo daba un brinco hacia arriba ella también lo hacia, suplicando un “no mas”, “no mas”, que yo sabia mentiroso, porque se iba dejando penetrar milímetro a milímetro cada vez mas. Fue su marido el que aprisiono su cintura para presionar hacia abajo, momento en que ella lanzo u2n lujurioso bramido, mordiendo mi cuello con furia.
“Despacito, porfi…. Despacito….. Reclamo mientras se animaba a moverse lentamente, al dejarla yo a que gozara a su antojo todo el pedazo completo que le había entrado en su cuquita. Ella se acostumbro pronto comenzando a cabalgar cada vez con más energía hasta que comenzó a tener el primer orgasmo, con un placer difícil de explicar. Me llenaba la cara de saliva y besos, pronunciando palabrotas muy subidas de tono. A ella misma, a su marido y a mi. A ella se decía, puta, come pija, ramera, a el le decía cornudo, divino, papito, a mi me decía, métela, cógeme, rómpeme toda. Pasado mas de quince minutos ella cabalgándome, el marido la llevo a la cama. La monto mientras ella me la chupaba. Luego la fornique de mil maneras lo que ella igual seguía respondiendo que quería más. Comprendí por que Pablo quería otro hombre para su María Luz. Ella era una bestia en la cama. Así fue que entrando en confianza, le hicimos doble penetración y aprendimos a turnarnos en darle lo que ella más sugiere. Buenas vergas.

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